Supongo que todos tendemos a posponer o procrastinar ciertas tareas con mayor o menor frecuencia. En el pasado llegó a ser un auténtico problema para mi, actualmente manejo mejor la situación.
Sin llegar a haber estudiado tanto al respecto como Tim Urban (charla imprescindible en TED al respecto) si que pude identificar que casi todos mis aplazamientos se podían clasificar en dos grupos: los autosabojates y el rechazo a los marrones.
El autosabotaje es un síntoma serio que te avisa que hay cambios que tienes que hacer en tu vida. No voy a entrar en esto que varía mucho según las circunstancias de cada uno y tal vez algún día os cuente mi vida, pero no lo haré en este post.
Los marrones, tareas desagradables, pesadas, aburridas o que no te motivan lo más mínimo, son algo mucho más común. Creo que es normal que la mayoría de nosotros las pospongamos un poco y nos de pereza hacerlas.
Muchas de estas tareas vienen con una fecha tope, por ejemplo, hacer la declaración de la renta. Los vencimientos facilitan que vayas purgando progresivamente estas tareas.
El problema surge con aquellas que no tienen una fecha tope, un deadline. Un ejemplo real mío: dar de baja un contrato de un servicio de telefonía que no estaba usando.
Cuando se acumulan muchas, la consecuencias aparte de físicas (o financieras) pueden ser emocionales. La ansiedad que puede producir saber que cargas una lista grande de marrones, que siempre están ahí minando tu confianza, puede afectar a la productividad diaria de cualquiera.
Cómo me he propuesto afrontarlo
El plan no podía ser más sencillo: al menos una vez al mes voy a dedicar el día exclusivamente a quitarme de encima todos estas tareas que, supuestamente, son tan desagradables. No existe nada más hasta terminar con todas ellas.
En esta primera jornada, hoy, me esperaba un día especialmente desagradable (el dibujo que acompaña esta nota, hecho hace un par de días, así lo demuestra). Para mi sorpresa, no ha sido así y os comparto un par de conclusiones que he sacado.
Acaba resultando más fácil de lo esperado. Hasta ahora había centrado esfuerzos en como posponer algo. Una vez que te enfrentas a ello, encuentras soluciones inesperadas y algo que en tu imaginación era largo y conflictivo, te lo ventilas en 5 minutos y sin despeinarte.
Te conoces un poco mejor. Las tareas que he realizado hoy tenían cosas en común entre sí y por ejemplo, tengo claro que odio hacer trámites administrativos. Pero me he dado cuenta que había muchas tareas de caracter personal, como comprarme unas gafas nuevas (algo que para otros puede ser agradable o entretenido) y otras que prefiero no contar, que me indican que hay cuestiones personales en las que voy a tener que trabajar.
Acabas el día muy satisfecho. Es obvio y no hace falta explicarlo, pero a lo mejor alguno de vosotros os lo preguntabais. Me siento tan a gusto como me imaginaba que me iba a sentir.
Tengo claro que lo voy a repetir cada vez que se me acumulen los suficientes marrones como para sentirme incómodo y quien sabe, tal vez incluso afecte a mi percepción de qué es un marrón y que no. A mi me ha servido, espero que a alguno de vosotros os pueda ser de ayuda.